Los procesos industriales alteran las cualidades naturales del jugo. El zumo de naranja recién exprimido es al mismo tiempo una bomba de vitaminas y de sabor. Pero, en muchas ocasiones, no se dispone del tiempo necesario para exprimir las naranjas y se echa mano de los zumos que se encuentran en las estanterías de los supermercados. El problema es que estos productos sólo se parecen en el nombre. Ni en sabor ni en calidad y cantidad de nutrientes aguantan la comparación.
El proceso de elaboración de los zumos industriales resulta difícil de creer. Para empezar, muy probablemente el zumo no procede del fértil levante peninsular, sino de Brasil, donde se exprime y se congela o concentra el zumo por evaporación. En este proceso se separan y se congelan las sustancias aromáticas, que también se envían a Europa. Tanto los concentrados como los exprimidos se pasteurizan una o varias veces, lo que conlleva la pérdida de una parte significativa de la vitamina C, así como ciertas enzimas.
Brasil y China, en el mismo vaso
Posteriormente, los fabricantes vuelven a unir lo que se había separado a miles de kilómetros de distancia. Así, pueden mezclar el concentrado o el exprimido de Brasil con aromas de Estados Unidos y vitamina C sintética de China, químicamente igual a la natural, pero obtenida a partir de celulosa de maíz y derivados del petróleo de China. Se da la circunstancia de que a finales del año pasado el precio de la vitamina C subió porque se cerraron temporalmente las plantas que la producen en Pekín, con el fin de reducir la contaminación del aire durante los Juegos Olímpicos.
Aromas desagradables de los zumos industriales
Por si fuera poco, los fabricantes mezclan concentrados de diferente procedencia para obtener el sabor deseado. Sin embargo, no es extraño que en el producto final se encuentren aromas desagradables, como el alfa-terpineol, que aparece como consecuencia del sobrecalentamiento o el exceso en el tiempo de almacenaje.
Para conseguir un sabor más atractivo, los fabricantes están autorizados a añadir hasta 15 mg de azúcar por litro. En este caso, deben declararlo en la lista de ingredientes, pero no todos lo hacen.
Aunque no existen muchas diferencias reales entre los zumos exprimidos y los elaborados a partir de concentrado, los primeros ofrecen en general mejor sabor. Y entre éstos destacan los zumos ecológicos, que además están completamente libres de plaguicidas. Según análisis independientes, realizados en Alemania, uno de cada cuatro zumos contiene restos de agroquímicos.
Por desgracia, no hay suficientes naranjas ecológicas en España para elaborar zumos y los fabricantes las importan de Israel o Egipto, lo que reduce su frescura y aumenta su huella ambiental.
Plantaciones verdes de verdad
- Para llenar un vaso (unos 200 ml) hacen falta cuatro buenas naranjas. Es mejor exprimir sólo la cantidad que se va a consumir inmediatamente, pues los aromas se volatilizan y la vitamina C desaparece con el tiempo. El zumo puede conservarse en la nevera durante cuatro días.
- Es preferible utilizar una licuadora o un exprimidor que aproveche la pulpa, en lugar del típico exprimidor que sólo deja pasar el líquido. La pulpa no sólo proporciona fibra que mejora el tránsito intestinal, sino fitoquímicos beneficiosos para la salud como la rutina.
- Si no se consumen naranjas ecológicas, antes de exprimirlas hay que eliminar con un cepillo la “purpurina” –un fungicida– que mancha la cáscara y se pega en los dedos.